
Algunas especies de camaleón son capaces de cambiar de color,
lo que es su característica más famosa.
Al
contrario de lo que algunos creen, no son incoloros, ni mudan de color solo de
acuerdo con el del ambiente; en realidad, el cambio de su color básico expresa
más a menudo una condición fisiológica (relacionada con la temperatura o la
hora del día) o una condición psicológica (provocada por la proximidad de un
eventual adversario o pareja).
El
cambio de color también tiene un papel importante en la comunicación durante
las luchas entre camaleones: los colores indican si el oponente está asustado o
furioso.
Accidentalmente,
el cambio de color puede ayudar a la ocultación del animal, aunque
esta no es una ocurrencia frecuente, y sí ocasional.
Los
camaleones tienen células pigmentarias especializadas en varias capas
de la dermis, bajo su epidermis externa y transparente. Las células de la capa
superior, llamadas cromatóforos, contienen pigmentos amarillos y
rojos. Bajo la de los cromatóforos hay otra capa cuyas células pigmentarias,
los guanóforos, contienen una sustancia cristalina e incolora, la guanina.
Los guanóforos reflejan, entre otras cosas, el color azul de la luz incidente.
Cuando la capa superior con sus cromatóforos determina un color amarillo, la
luz azul reflejada por los guanóforos se tiñe de verde (azul + amarillo). Aún
más abajo se encuentra una capa rica en melanóforos, cargados del pigmento
oscuro llamado eumelanina que también tiñe la piel humana. Estos melanóforos
regulan el brillo, es decir la cantidad de luz reflejada. Todas estas células
pigmentarias pueden regular la distribución de los pigmentos que contienen,
ampliándola o contrayéndola, lo que da lugar su vez a las diferencias de
brillo, tonalidad y dibujo que distinguen a los camaleones.
En
América existen algunas especies de lagartos de la familia Polychrotidae que
pueden cambiar su color. Por esta característica se les ha denominado
"falsos camaleones" o simplemente "camaleones". Pero no
están emparentados con esta familia.